domingo, 16 de agosto de 2009

Individualismo o trabajo en equipo

Suelo utilizar el deporte como ejemplo fácil en la transmisión de valores esenciales a mi hijo (esfuerzo, constancia, entusiasmo, trabajo en equipo....) No tengo claro si en la medida que vaya creciendo y entienda la realidad se dará cuenta que esos ejemplos que le pongo en realidad están trufados de desagradable falta de valores. Algunos ejemplos os serán bastante ilustrativos:

Ciclismo: Contador compite contra su equipo que apoya a Armstrong. Lo mismo le ocurría a Alonso en su escuderia que perdio por apoyar a Hamilton.
Futbol: Ese deporte de equipo que se rompe mediante el obsceno pago de indecentes cantidades a profesionales que rompen la estructura de un equipo. Un día me preguntará ¿Por que vale 95 Mio Ronaldo?

Tenis: Siempre nos quedará Nadal que gracias a su tesón nos mostrará que es un ser humano y que igual que le ocurre a Federer tiene sus temores, sus barreras y su frenos mentales.
 
No obstante mi hijo me preguntará por los sponsors, los organizadores de los torneos, los que asisten a los palcos Vip, los directivos de las federaciones.... y es que el deporte está lleno de vida real.

Seguro que hay muchos más... cuento con vuestra colaboración via comentarios

1 comentario:

  1. me atrevo a aconsejarte una historia preciosa y de lo más triste: el relato del accidente de Oscar Pérez, en el Latok II. Ahí tienes todos los valores sin edulcorantes:

    una pequeña comunidad (El Peña Guara, 4500 socios), una gesta física, mental y espiritual (escalar a modo alpino una montaña como esa por el lado más duro) y una trágica historia de compañerismo (el colega con las congelaciones que decide regresar a por su amigo y los colegas que le obligan a regresar), vida en comunindad, solidaridad y entrega, trabajo en equipo sí o sí, liderazgo en la incertidumebre y bajo altos niveles de estrés, manejo del poder en situación emocionalmente extenuante, implicación de todas las partes, virtuosismo extremo, laboriosidad... ahí no ha habido bromas, ni espónsores, ni publicidad, ni gran masa (sólo al día 6º, creo no equivocarme, -el 6º!! dios mio, seis días en una repisa a 5600 metros de altura, con dos miembros del cuerpo rotos, solo solísimo y a -20 grados bajo cero! -la noticia fue digna del telediario ¿cuanto tardamos en enterarnos de cualquier estúpido gol de un tipo fundamentalmente guapo? minutos,segundos,...ohhh y mi Oscar Pérez allí, seis días, un héroe de esas dimensiones, y sus colegas, otros héroes, y su madre y su novia... y de todo eso nos han privado las teles, mientras tenemos que saber que Kaka fue virgen hasta el matrimonio!!!! indignémonos, por favor)

    Ayer, cuando leí que el líder de la operación había decidido terminar con el rescate y dar por perdido a Oscar, es decir, por muerto, es decir, dejarlo morir en caso de que estuviera vivo, que no lo estará, pero certeza nadie la tiene, sentí que el mejor relato del verano tocaba su fin.
    Comprendí que había vivido a través de esta trágica historia la mejor de las posibles metáforas del trabajo en equipo y el liderazgo en tiempos de incertidumbre. Con el corazón encogido, me despedí de mi recién llegado héroe agradeciéndole a la vida que no fuera ni mi hijo ni mi hermano ni mi novio, ni mi amigo.

    Ojalá alguno de sus colegas se forre dando charlas sobre la experiencia en el Latok y en el Peña Guara a ejecutivos con pasta. Yo iré, seguro. Y lloraré a Oscar en público por unos cientos de euros. Es lo menos que puedo hacer.

    (Se forre los bolsillos, porque su espíritu debe de estar lleno para siempre).

    Cuéntale a tu hijo. Yo he mantenido el relato al día a los míos, tuve la suerte de encontrarme con él el día 1º, en un pequeño rincón del periódico, y así cada día, hasta anteayer. El relato de ayer... todavía no he podido imaginar algo que lo edulcore. Pobres, creímos de verdad que se salvaría.

    ResponderEliminar