En menos de un mes comienzan los juegos olímpicos, otra gran oportunidad para exaltar el nacionalismo. No, no me he equivocado me refiero al nacionalismo español, vamos al españolismo. Por raro que os suene no es una contradicción pero que paradoja parece que solamente puedan ser nacionalistas a nivel regional. Como le ocurrió a la Aspirina, aspiraban a ser el genérico y han conseguido ese posicionamiento.
Claro que esto ocurre porque el resto del elenco político lo permite. Le comentaba a mi hermano ayer que me costaba entender la línea argumental del gobierno Zapatero para renunciar al españolismo en pro del federalismo “sin marca” si ambos son compatibles y además necesarios. De hecho lo que ha conseguido es facilitar la posición del PP que encuentra en este pensamiento uno de esos famosos “océanos azules” y ha capitalizado esta bandera como uno de los ejes de la pasada legislatura. Sin duda y visto con perspectiva parece un débil signo de ideología estratégica solamente comprensible mediante la aritmética electoral (no esperaba la mayoría y huyendo del concepto España dejaba la puerta abierta a una nación federal “paraguas sin marca” en el que si caben los que genéricamente entendemos como nacionalistas.
Ahora que el horizonte pinta negro, no me sorprendería que uno de los ejes de esta legislatura sea la línea contraria de patriotismo económico, de ensalzamiento de nuestras selecciones deportivas, piropos al Instituto Cervantes, elogios a nuestros abandonados investigadores y de apoyos a las empresas internacionalizadas, en su papel de los nuevos conquistadores del siglo XXI.
Pero recordad en la izquierda, el centro y en la derecha, todo esto solamente se hace por los votos. Dentro de cuatro años importarán otras cosas.
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