Hace cinco años coincidí en una comida de presentación de la Fundación Vicente Ferrer en la que nos contaban el trabajo realizado por el misionero Jesuita con los dalids en Anantapur en la India.
Desde entonces apoyo la Fundación y suelo poner ese video ilustrativo a mis alumnos de la universidad como el mejor ejemplo de liderazgo que conozco.
Vicente Ferrer ha conseguido cambiar la fisonomía de un territorio, la mentalidad de sus gentes y su futuro gracias a lo más básico: la transmisión de valores. Partiendo de la construcción de pozos, escuelas, hospitales las microempresas ha generado un equipo de alto rendimiento que trabaja y que pasará de los límites de lo material a lo trascendente. Ayer Vicente Ferrer sufrió un infarto cerebral a los 88 años de edad. Me apena es una gran persona. Mis mejores deseos en su nueva etapa, seguirá haciendo cosas buenas.
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