Me imagino que alguien inventó el fin de año para cerrar capitulo, para pasar página y enfocar el periodo siguiente como un nuevo reto, una renovación. Pues bien la actitud de los que me rodean se me representa con mayor desesperanza que nunca.
Quedan ya lejos las bromas sobre la crisis y todo el mundo afronta con ceño fruncido en este difícil año que nos espera. Siempre pesa mucho más el pesimismo que el optimismo. Será más importante que nunca evitar las contaminaciones de los agoreros, de los ineficientes, de los damnificados, de los parias de la economía que efectivamente trasladarán una situación negativa en la que a pesar de todo hay vida (económica y espiritual) y no conozco ningún país que se pare por completo.
Recomiendo que en este mundo crecientemente materialista los nuevos propósitos (los conocidos brindis de fin de año) vayan más encaminados a lo humanista, más al "soy" que al "tengo". Seremos más felices con lo que tengamos, mucho o poco en este capítulo y en los siguientes.
Feliz año en cualquier caso a todo el mundo.
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